Una verdadera colmena humana
Tenía cinco años cuando conocí el Arca. Mis padres visitaban regularmente la Chesnaie y recuerdo perfectamente a Shantidas bajo el gran roble dando sus conferencias y apoyándose sobre su cayado. Nunca he leído sus libros pero le escuchaba, y no era tanto lo que decía que me impregnó, sino su manera de decirlo…
Para mí es un tesoro precioso el haber crecido en esta atmósfera, sobre todo con aquellos momentos de la Fiesta que permitían sobreponerse a todas las dificultades humanas. Más tarde, con mi marido, nos uniríamos a la comunidad en Nogaret. Fue como un sueño que se realizaba. Y recibía a Shantidas y Chanterelle que venían a tomar café a mi casa, ya no a casa de mis padres…
Para mí son como una pareja del Antiguo Testamento, como Noé. Pienso en Noé porque hice el papel de Sirena en la obra “Noé” dirigida por Shantidas. Era su lado profético que me enriquecía. Me daba la impresión que éramos como una tribu. Los fuegos de San Juan sobre la colina me fascinaban. Figuraba en el libro que se estaba escribiendo ante mis ojos… Eran los años setenta, antes que el Arca se diseminase. Vivíamos todos en el dominio: la Borie, Nogaret, la Fleyssière, le Moulin, los campamentos de verano… lo que representaba mucha gente, una verdadera colmena humana.