Una mezcla de elegancia, autoridad e interioridad
Me pasé por el Arca durante el verano 1971. Shantidas me pareció muy señorial, emanaba toda una ética de su manera de ser. Cuando hacía su entrada en los círculos de canto o de plegaria, su presencia enseguida se imponía. Había en él una mezcla de elegancia, autoridad e interioridad que impresionaba.
Tuve muy poco contacto con él, si no es durante un traslado en coche para ir a una reunión en el Larzac. En la Borie-Noble, era el tiempo de la siega que movilizaba a toda la comunidad, de tal manera que se me pidió que le llevase yo en coche. Hacía mucho calor y Shantidas echaba unas cabezadas en mi pequeña Dos Caballos; veía su cabeza tambalearse… A la vuelta también estuvo dormitando, con lo cual se hizo un buen moratón en la frente al darse contra la carrocería, ¡tema de preocupación para los compañeros!
Me impresionó por la fuerza de su presencia. Todavía le recuerdo con emoción durante la plegaria de la noche alrededor del fuego. Nos había confiado a mi amiga y a mí un regalo por llevar a la India, para Vinoba.
Lo mismo esta figura creaba cierta distancia, como Chanterelle era cálida, espontánea, acogedora. Sus cantos de la Edad Media y del Renacimiento me maravillaban.