Un verdadero flechazo...
Descubrí a Lanza en 1968 por la lectura del Umbral de la vida interior. ¿Estaba aún en vida aquel hombre? ¿Vivía en una comunidad en el sur? Enseguida hice por asistir a un campamento de verano en la Flayssière. ¡Y allí fue el flechazo! Todo me gustaba, incluso dormir sobre la paja en los grandes dormitorios de la granja, con los lirones y las velas. Estábamos al principio de 1969. Cambio de vida radical: después de algunos meses de prueba, pedí entrar en la comunidad.
El capítulo sobre la belleza del compromiso en el Umbral, fue decisivo para mí: “la belleza del compromiso, es que algo quede hecho”. Con 23 años, era demasiado absoluta, demasiado idealista, estaba demasiado lejos de las realidades: esta enseñanza cambió por completo mi acercamiento a la vida. Todos los aprendizajes se volvían entonces posibles: coser, cantar, danzar, ocuparse del jardín, actuar en las obras de teatro, hacer queso, ayunar por el Biafra : “es haciendo que el hombre se hace”.
La meditación sobre el Árbol que predicaba Shantidas me estructuró día tras día. Enraizamiento, estabilidad, profundidad, encarnación, fidelidad, paciencia, bellas y fuertes lecciones de vida que todavía hoy me acompañan. Raíces, tronco, hojas, flores, frutos y semillas: con el árbol recorría el ciclo de la vida. Escribí entonces a mis padres: “ todo me es dado, quiero decir una vida equilibrada gracias al trabajo manual, la plegaria, el estudio de los libros, los múltiples contactos humanos, el aire sano, el alimento sano, la belleza, el silencio, y aún el canto, la danza… me reconstruyo sólidamente.” “Os envío el aire puro de Nogaret, el son alegre, imperativo o tímido de la campana, según quien la hace repicar, y el olor de nuestros abetos cuando bajamos a la Borie bajo el cielo estrellado en la noche fría.”
He amado la belleza de la vida en el Arca en la que he vivido veinte años con mi marido Jean-Claude, llegado él en 1970. Es en el seno de la comunidad que han crecido nuestras dos hijas Sophie y Fanny, en Nogaret, la Borie-Noble y después Bonnecombe: ¡lugares de vida magníficos! En la Borie residimos junto a Shantidas y Chanterelle hasta 1980. De nuestra maleta de recuerdos, saco hoy algunos momentos de vida…
Navidades 1969: recuerdo la serenata que les dimos a Shantidas y Chanterelle con aquellas linternas, afuera. Hacía una noche muy clara y muy bella. Estaban asomados a su ventanita, allá arriba, encuadrando justo sus dos rostros. Dos sombras a la luz de las velas que alumbraban su habitación… Con Clara y Suzanna, cantamos y bailamos navidades españolas.
El 19 de marzo de1972, Shantidas inicia un ayuno de quince días para apoyar la lucha de los campesinos del Larzac. El 3 de abril siguiente, Jean-Claude y yo nos casamos en la Flayssière. A la vuelta exactamente del Larzac, Shantidas rompió el ayuno para la fiesta de la boda: empanadas, vino, roquefort, pasteles: ¿quién decía de romper el ayuno progresivamente con zumos de frutas?
Una mañana que partió de gira para sus conferencias con su maleta de mimbre, Chanterelle le gritó de lejos: “Shantidas, te has olvidado de esto…” Respuesta: “¡Ya me he marchado!” Le gustaba marcharse…
A partir de 1977, los últimos años de su vida, fui su secretaria. Preparaba sus giras, a menudo recargadas y cansadas, pero no se quejaba nunca. Entre estas conferencias hubo “el premio de la libertad”, un tema que le era muy querido. Cuando estaba en la Borie, por la mañana repasaba su correo con él. Defendía su pensamiento con ahínco, a menudo con sentido del humor, ¡pero no transigía ni sobre el fondo ni sobre la forma!