Me defino como su discípulo
Fue en 1971 (tenía 20 años) cuando descubrí con emoción y entusiasmo la obra de Lanza del Vasto. Poco a poco, empezando por Principios y Preceptos del retorno a la evidencia, luego por La Peregrinación a las fuentes, acabé por leer todos sus libros antes de mi encuentro con él en la Borie-Noble durante el verano de 1972. A mi regreso de África en 1975, tras cumplir con el Servicio Nacional en la Cooperación, realicé otra estancia más en el Arca, justo antes de entrar en el Seminario.
Por mi parte, me presento como “historiador de formación, discípulo de Lanza del Vasto, docente durante dos años de cooperación en Alto-Volta (hoy Burkina Faso), diácono y sacerdote para la diócesis de París”; esto es lo que pone en la contraportada de mi libro Sacerdote de París, Una vida en la iglesia, publicado la pasada primavera en la editorial l'Harmattan.