Humano y fraternal
Vine a realizar una estancia en Nogaret en 1969. Estuve sobre todo con Erwan para el yoga; hilaba, cardaba lana, cavaba pasos para los animales.
Un día tuve ocasión de hablar con él porque se acercó a donde estaba faenando. Fue el momento más fuerte de toda mi estancia: un intercambio completamente humano y fraternal entre nosotros, en plena naturaleza, en el momento del recordatorio a la conciencia cuando suena la campana. Me confió allí algo extremadamente útil para mi vida, percibiendo sin duda toda la violencia vivida en mi familia: -“mira, la energía que se tiene en la cólera y el odio, esta energía tan fuerte, la no-violencia consiste en tomarla y ponerla al servicio de tus convicciones y de tus valores, antes que en contra de las personas”.
Estaba por aquel entonces en rebelión y en fuga, pero huí de la violencia para enraizarme en la escuela de la no-violencia. Puse mi energía en la música y en la alfarería, lo cual se convirtió en mi vida.
Shantidas era un hombre cercano, el encuentro con él era muy sencillo, la relación con él era fraternal. Pienso que necesitaba este tipo de relación. Me confíó su propia mirada sobre sí mismo, su lamento de no haber sabido evitar ser “el patriarca”. Hubiera preferido no ser este personaje sino un hombre cualquiera. Yo no sobrestimaba a Lanza, pero pienso que sufría de ser visto por muchos como un ser aparte a causa de su estatus, su experiencia, sus escritos.
Mi padre está muy lejos de la aplicación de la no-violencia, pero tenía libros de Lanza en su biblioteca. Gracias a la sofrología, pude digerir mi historia y reanudar una relación muy fuerte con mi padre hasta el punto de recibir, un año antes de su muerte, su perdón muy sincero y conmovedor.