En amistad espiritual
En 1956 le pedimos a Lanza que viniese a dar una conferencia en Poitiers: “¿Es la No-violencia posible en Europa?”. En la asamblea abundaban los representantes de la enseñanza pues Jeanne y André Méhat, los jefes del grupo de Amigos del Arca, eran ellos mismos profesores. Shantidas me pareció a la vez un maestro y alguien reservado, incluso tímido.
Luego los Méhat nos pidieron hacer el relevo, y mi marido y yo aceptamos sustituirles. Chanterelle nos escribía cada mes con su letra redonda y flexible: nos infundía ánimo, nos exhortaba. Sostenía con fuerza a los amigos del Arca en la distancia y preparaba también las Noticias del Arca: estaba en todo.
Cada año íbamos a la Chesnaie. Chanterelle era afable, magnífica, con sus grandes ojos sombreados de mariposa nocturna. Lo tenía todo de una buena madre y caímos en gran amistad espiritual. En adoración no: Shantidas y Chanterelle tenían sus limitaciones, y como cada uno de nosotros, sus defectos, pero esto no nos afectaba demasiado. Se notaba que la gracia pasaba a través de ellos. Estaban como impregnados, “infusos” de gracia divina.