El don de lenguas
Al realizar una estancia en la comunidad del Arca en Bollène, poco antes de 1960, me marcó profundamente el encuentro con Lanza del vasto. Su enseñanza nos era dada a la manera de los filósofos de la Antigüedad; Lanza se sentaba al pie de un roble verde, y todos nosotros frente a él.
La asamblea era muy heteróclita. Habían allí intelectuales, profesores, médicos, estudiantes, y otros con actividades manuales: artesanos, obreros, campesinos…
Nos hablaba de la vida, de la muerte, citaba a los Padres de la Iglesia, y cada cual comprendía lo que decía. Esto era tan verdadero que cuando acababa su exposición, nadie se movía, ¡esperando que reanudase la charla!
“(…) y quedaron atónitos al ver que cada uno oía hablar a los apóstoles en su propia lengua.” Hechos 2,6