Don y fuerza de vida
Oí por primera vez hablar de Lanza a mi padre que iba a escuchar sus conferencias en Burdeos sobre la vida interior y la no-violencia evangélica. Luego leí sus libros, entre los cuales la Peregrinación a las fuentes que cambió la orientación de mi vida, despertando en mí certidumbres. Luego leí Judas, Umbral de la vida interior, Vinôbâ, Noé, que me han ayudado mucho en mis opciones vitales.
Lanza también supo poner el Evangelio a mi alcance con sus Comentarios, pude así profundizar en mi propia religión a la vez que practicaba el diálogo interreligioso que Lanza no cesaba de reivindicar, así como la relación con los ateos buscadores de Verdad.
Luego realicé prácticas, y asistí a los campamentos de verano en las comunidades. En 1975 le conocí. Venía para animar las charlas de la tarde con Chanterelle, su esposa, afectada entonces de un cáncer que se la llevaría unos meses más tarde. Ambos llegaban vestidos de blanco, sonrientes, mano a mano. En esas charlas, me volvía a encontrar con lo que había leído. Estaba encantada. Sin embargo dudaba en unirme a los grupos de amigos tal y como nos lo aconsejaba. Preferí seguir haciendo estancias en la comunidad, en Nogaret sobre todo. La vida allí era dura, pasé mucho frío, pero lo que hallaba allí me proporcionaba calor para el resto del año. También descubrí en la comunidad la realidad de los compromisos, puesto que la vida cotidiana no correspondía exactamente a lo que había imaginado según los escritos de Lanza.
Shantidas hablaba poco en la mesa cuando compartía nuestras comidas. De hecho me parecía tímido, pero sonreía muy cálidamente cuando uno se cruzaba con su mirada. Fuera de las charlas no me parecía que favoreciese los “apartes”.
Más tarde me junté con los grupos de amigos del Arca en los que todavía me encuentro. Aquí he descubierto nuestras diferencias, dificultades en las relaciones, un terreno pues muy propio para poner en marcha la no-violencia. Para mí que no estoy realmente implicada en la acción cívica, es un lugar de conversión esencial.
Lanza ha sido para mí un guía y compañero de camino. Lo sigue siendo. Su mensaje es fundamental para mí: don de sí y fuerza de vida.