Como si su pensamiento se elaborase
Eran los años 1947-48; gastaba con melancolía el trasero del pantalón sobre los bancos de la facultad de farmacia, profesión para la que no estaba hecho, cuando caí por casualidad sobre un artículo de la revista de los Scouts-Ruteros que iba a darle un vuelco a mi vida. Se titulaba “los cuatro dones de Lanza del Vasto, buscador de verdad”. Leí con avidez su Peregrinación a las fuentes, preguntándome si todo esto era verdad: el encuentro con Gandhi, el deseo de convertirse en su discípulo, y al fin el proyecto de fundar en Francia una comunidad no-violenta. ¡Tal vez no fuesen más que fantasías de autor de éxito! Así que le escribí una carta por medio del editor: Denoël.
Fue cuando la prensa anunciaba en grandes titulares “GANDHI ASSASSINÉ” (Gandhi asesinado). Era el 30 de enero de 1948. Mucho más tarde, recibí por fin la respuesta a mi carta, escrita de su bella escritura característica: “La prensa nos acosa para hablarle de Gandhi. Si desea vernos, venga a escuchar nuestros “comentarios del Evangelio” y acérquese a nuestro “Umbral de la vida interior”.
Desde mi primer encuentro con Lanza quedé cautivado. Un hombre grande, la frente alta, el ojo azul; el ritmo de su discurso era muy lento, como si su pensamiento se elaborase a medida que discurría. “L’Abeille” (la abeja) -gustaba de poner un nombre que caracterizaba la persona - tomaba notas que sirvieron después para redactar los dos libros de mismo título que sus charlas.
Más tarde se invitó a nuestro grupito de oyentes a participar de la San Juan, la noche del 24 de junio. Saltando sobre el fuego como lo quiere la tradición ¡se me cae el billetero! Para mí, esta anécdota significó simbólicamente mi futuro, pues Lanza iba a casarse y formaría con su esposa Chanterelle una comunidad, como una gran familia con la cual me iba yo a comprometer abandonando alegremente mi vida burguesa y urbana por la granja de la Charente donde la comunidad iba a enraizarse.
Para concluir, evocaré simplemente mi primera entrevista con aquel que llamaban por su nombre de discípulo de Gandhi: Shantidas, “servidor de paz”. Era recorriendo la avenida de árboles que conduce a la finca. Apuntando con su índice acusador a la hebilla de mi cinturón scout apretada en el último agujero, me dijo: “no comprima el vientre, respire libremente por la base de los pulmones”. Luego añadió otro consejo de gran valor: “la atención al momento presente es una llavecita que abre no pocas puertas. Y fijaos, en la oración a la Virgen, estas palabras: reza por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.