Bajo el encanto
Cuando vino Shantidas a vernos a Tata, en Marruecos, el pequeño equipo comunitario estaba preocupado porque habíamos tenido que adaptarnos al país y temíamos que desaprobase estos cambios. Yo estaba bajo el encanto de Shantidas que acogía estas diferencias con benevolencia y comprensión.
Descubrí a un hombre encantador, lleno de dulzura y comprensión, para nada doctrinario o moralista. ¡Totalmente distinto del personaje absoluto que había visto en conferencia! Tenía el trato fácil con los marroquíes.
Bueno, y para la anécdota: fue con ocasión de una de estas conferencias que François y yo nos conocimos, hará ahora cincuenta años.