Técnica de la No-violencia

Lanza del Vasto tenía 17 años al final de la primera guerra mundial. El auge del comunismo en la URSS en los años 1920, luego los fascismos alemán e italiano en los años 1930, suscitaron en él una viva inquietud.

Esto no le hizo unirse a los movimientos pacifistas de entonces; éstos quieren en efecto la paz a toda costa como lo indica el eslogan que hizo furor: “antes rojo que muerto”. A partir de entonces la paz se convierte en el desarme moral que hizo posible el tratado de Munich.

Lo mismo la paz impuesta por los vencedores, la del tratado de Versalles, lleva en sí la contradicción que es el espíritu de revancha de los vencidos.

La violencia no trae solución alguna, antes bien el problema del mañana. Es pues un ciclo sin fin. ¿Cómo salirse de este encadenamiento? ¿Cómo rehusar la capitulación frente al adversario, la neutralidad frente a la injusticia a la vez que se rehúsa la huida o la resistencia armada?

Lanza del Vasto halla la respuesta en el ejemplo de Gandhi: es la no-violencia. Quedan resumidos en este libro sus puntos esenciales.

El primer paso de la acción no-violenta es poner palabras al conflicto y a la injusticia, tratar de establecer el diálogo. Pero las palabras pueden no bastar y hay, pues, que pasar a los actos para rendir cuenta públicamente de la verdad; el conflicto queda pues escenificado, llevado a la plaza pública.

Para poder hacerlo, muchos son los modos, pero aún ha de darse con la correcta palanca. Ésta es tanto más potente que el símbolo fuerte. La meta perseguida es alcanzar la conciencia del adversario, o al menos de las gentes que, con su pasividad, sostienen la injusticia.

“El no-violento es aquel que apunta a la conciencia” (p26) La no-violencia no es cosa de ser reducida a una técnica. Es ante todo una manera de ser. Es finalmente un acto de fe en el poder del espíritu.

Extractos elegidos de « Técnica de la No-violencia » (PDF – 172 ko)

Leer la crónica de Pierre Guelff en « Fréquence Terre » – 27 de abril 2013 (PDF – 98 ko)