Escultura

Convencido de que lo real es todo trinitario, Lanza del Vasto crearía también en las tres dimensiones del espacio. Lo hizo con un talento innegable.

Ya desde los años 1930, mientras se afianza su vocación de poeta y de “orfebre del verbo”, Lanza del Vasto se enfoca en las materias preciosas. La manera en la que labra el oro y la plata, y engarza en ellos piedras, lleva ya la marca de su estilo. Esta actividad le permite subsistir: trabaja bajo pedido y vende el producto de su arte. Uno no puede no pensar en sus orígenes aristocráticos. Pero la mayoría de estos objetos que produjo son hoy por hoy inaccesibles; nos alegrará encontrar algún rastro.

Más adelante el artista se probó en la escultura en piedra, en el modelado y el barro cocido. Frecuentó en 1949 el taller de Marcel Hastir en Bruselas; conservamos algunas piezas de recuerdo. Pero serán sobre todo el marfil y la madera sus favoritos, tal y como lo muestran las imágenes aquí abajo. A partir de los años 1950, trabaja y esculpe en ambas materias, en pequeño y en grande, las obras reunidas por primera vez en esta “esculturoteca”.

Pueden descubrirse obras muy variadas, talladas en madera (bastones, cofres, cruces, personajes, encuadernaciones…) o en marfil (medallones, escenas bíblicas, utensilios…), y sin embargo unificadas por un mismo sentido de la materia y de la forma. Hallamos motivos de la mitología griega y del arte medieval. El gran retablo del Cristo de la viña, que puede considerarse como su obra maestra, atestigua del contacto con el arte de la India. Pero la originalidad del conjunto es un hecho y no se puede reducir a influencias.

Mencionemos finalmente que Lanza del Vasto, sin pretenderlo, “ha hecho escuela” como escultor. Varios de sus compañeros, inspirándose libremente de su modo de hacer, han producido obras notables e interesantes por conocer. Este sitio web ofrecerá pronto imágenes de este trabajo.

No dudéis en pinchar sobre las imágenes aquí abajo para agrandarlas y hacerlas desfilar.